La meditación: una
experiencia beneficiosa para una vida plena
“La meditación en realidad significa hacer que
nuestras mentes estén cada vez más familiarizadas con lo positivo, a fin de
llevar a cabo una transformación y poder lograr nuestros objetivos a corto o
largo plazo”. Es lo
que dice el Dalai Lama en su libro “La mente en serenidad”. Con ello expresa lo
virtuoso y potente que puede ser este camino, con su rol transformador, tan
utilizado por monjes, maestros de las artes marciales, pero hoy también por
personas sin túnica ni gi (traje en
japonés).
Hace décadas que la medicina occidental abrió sus
laboratorios a monjes tibetanos y personas que aprendían a meditar en clases express, para ciertas investigaciones.
Los resultados son más que positivos: meditar ayuda a regular estados de ánimo,
es eficiente en el combate del estrés, depresiones, cuadros ansiosos, ayuda a
reducir la tensión arterial, disminuye el dolor físico, mejora la concentración
y capacidad de atención, entre otros beneficios de su ejercicio.
Pero ¿en qué consiste sustancialmente la meditación? Es una
práctica que mantiene la mente en el aquí y ahora, en el presente. Es una forma
de gestionar los pensamientos, que permite ser conscientes de la naturaleza de
estos. Además, hace posible una forma distinta de afrontar los sufrimientos. “Cuando somos víctima de una emoción
dolorosa, si nos pasamos el tiempo buscando sus causas, hay muchas
posibilidades de que se intensifique. Lo más urgente es, pues, mirarla de
frente, aislándola de los pensamientos invasores que la atizan” (Ricard,
Mathieu. “En defensa de la felicidad”.2003). Pues hay que recordar que los
objetos del sufrimiento no son los que nos hacen sufrir, sino el cómo uno se
aferra a ellos, según Ricard. Por otra parte, no es huir de la realidad, es
enfrentarla con serenidad.
Si bien la agitada vida que muchos llevan, les hace sentir
que no es posible adoptar esta práctica, existe una noticia alentadora que les
puede permitir comenzar: también se generan cambios con prácticas esporádicas.
Un estudio del Centro Médico Baptista Wake Forest en Winston-Salem (Estados
Unidos) que se publicó en abril de 2011 en Journal
of Neuroscience, concluyó lo siguiente: para un
grupo de personas, luego de meditar por veinte minutos frente al mismo estímulo
de calor que recibieron previamente a la meditación, el calor fue
57% menos incómodo y 40% menos intenso que durante las pruebas realizadas antes
del ejercicio. Esto prueba que no sólo sesiones de meditación a lo largo de
semanas disminuían el dolor físico, sino también aquellas cortas y espontáneas.
La meditación produjo una mayor reducción del dolor que incluso la morfina u
otros fármacos analgésicos.
Otra investigación
del Medical College of Wisconsin, avalado por el National Institute of Mental
Health estadounidense, indicó que meditar puede reducir hasta en un 50% la probabilidad de sufrir un ataque
cardiaco. Este es uno de los estudios que ligan las enfermedades cardiacas con
la meditación, pero hay muchos otros en relación a este tema.
Es posible enumerar cientos de estos estudios de cómo meditar
es beneficioso para el ser humano en distintos ámbitos y de cómo su práctica
mejora la calidad de vida, pero lo importante es que cada uno con su propio
interés se informe sobre este posible camino y, si lo desea, o si está
preparado, lo siga. “La meditación ayuda
a disfrutar de la existencia. No sólo porque, en primer lugar, nos permite no
ahogarnos en cavilaciones, que identificamos con mayor rapidez, sino también
porque nos ayuda a disfrutar mejor de los buenos momentos, a los que accedemos
profundamente presentes”. (André, Cristophe. Los estados de ánimo. 2010).
Agradecimientos especiales a L.T.
por su ayuda y dedicación